Gestión Cultural
Una de mis pasiones es la Gestión Cultural, siempre me gustó estar en la acción de lo que se hace, pero tal vez fue en el 2010, al abrir el café EL DIVÁN en El Grullo, Jalisco, cuando me di cuenta que me encantaba ser ese puente entre la oferta cultural y el público, no era solo un café, El Diván se convirtió en un centro cultural del pueblo en su época. El primer año de vida de ese café organizamos 156 eventos culturales, entre conciertos, recitales de piano y canto, obras de teatro, exposiciones de pintura, foto, noches literarias, catas de café y cineclub, sin hablar de los talleres de música, francés e inglés que organizamos.
En El Diván también nació SOMBRA VERDE, un grupo de inconformes activos, que llevaron su queja al centro del pueblo con un flashmob. Logramos reunirnos como 32 activistas, esperamos a que la gente saliera de misa de 12 y con todas las bocinas que logramos conectar pusimos “Lacrimosa”, dibujamos alrededor de nosotros un círculo, el cual representaba uno de los árboles talados indiscriminadamente en el centro, para dar paso a estacionamiento de carros. Escribimos una frase dentro del círculo, todavía recuerdo una: “El árbol es cobijo de vida”. Cuando termina la música, abrimos un paraguas y gritamos: ¡QUEREMOS SOMBRA VERDE! Luego nos acercamos a tantas personas como pudimos, y compartiendo la sombra del paraguas, levantábamos información de lo que ellas pensaban sobre nuestro jardín municipal sin árboles. Sombra Verde (así nos hicimos llamar), se convirtió en un colectivo de muchos proyectos, pero los que más sobresalieron fueron los bicipaseos nocturnos y Movie-liza tu barrio, donde hacíamos proyecciones de películas trasladándonos en bici a todos los barrios del pueblo.
Decidí comenzar la licenciatura en la UDG virtual, cuando no era tan evidente y popular el hacer cosas a distancia, en su momento fue un reto, pero me vino muy bien, porque podía aplicar todo lo que iba aprendiendo a los proyectos chiquitos o grandes en los que me involucraba.
Me mudé a Valle de Bavo en 2016 y comencé a dirigir el coro comunitario de este pueblo mágico bajo la supervisión de Fundación Valle la Paz. Obviamente no podía conformarme con subir al monte y dar clases, teníamos que componer, expandir nuestras ganas de aprender, compartir nuestras presentaciones, hacer conexiones con otras infancias y con otras fundaciones alineadas a nuestros valores. Así que de manera orgánica no solo fui su directora, sino su gestora cultural. Siempre con el apoyo de la Fundación, viajamos a Guadalajara, Guanajuato, comenzamos a tener talleres de diferentes disciplinas artísticas, participamos en varios festivales, algunos de talla internacional, hasta que llegó el 2020 y la Fundación se quedó sin recursos para continuar este proyecto. Ahí sí, me convertí en su gestora 100%, recaudando fondos y haciendo todo lo que se tuviera que hacer para que este proyecto pudiera continuar. Con mucho orgullo puedo decir que el Coro Comunitario es la razón por la que me levanto todos los días, me hace soñar y me activa el corazón de una manera indescriptible. Tenemos clases de canto, coro, música inicial y guitarra. Ya no soy solita, somos 6 en el equipo de música. La Fundación creció y tenemos otros 3 programas activos y creciendo.
Además del coro, hago gestión organizando o sumándome a proyectos que por diferentes razones me inspiran, gestión de recursos, creación de públicos, exposiciones de artes plásticas, presentaciones de libros, discos, talleres de música, foto… en fin. Ahora, cuando hago esto, por nostalgia y por cariño, me hago llamar por el apodo que tenía en la universidad: Grulla (Gestión Cultural).